quinta-feira, agosto 14, 2008

Fantasmas Tapatíos – Poesias do México II


En las calles de Guadalajara,
Jamás se camina solitario.
Hay siempre un ojo a mirar.
Y con mucha atención es posible percibir,
El sonido de algunos pasos más…

¡Mismo llena de personas, que todavía viven,
Se puede decir que esta es una ciudad fantasma!
Todas las edificaciones expresan esta animosa calidad.

Con una pequeña caminada sin destino cierto,
Es posible encontrar con un viejo fantasma francés,
Cantando con tristeza La Marseillaise,
Pues se murió debido a las batallas contra la dominación.

Llegando en algunos puntos famosos, como el hospital,
Entre uno y otro escalofrío,
Se ve los nuevos fantasmas saliendo de sus camas y de sus dolores,
Para observaren maravillados el mural de Orozco,
Que es un retrato de su nuevo camino a seguir.

Un poquito más adelante, después de salir de allí,
Existe un cementerio, adonde todos los fantasmas tapatíos,
Se reúnen para asombrar y festejar la vida post-mortem.
Pues que la vida siempre hay que ser festejada,
Mismo que ya no se viva más.

Ya en otro punto de la ciudad,
Lejano de la agitación del cementerio,
En la Plaza de los Hombres Notables,
Siempre se ve los más preeminentes fantasmas:
Unos jugando con los canes de la Casa de los Perros,
Otros haciendo proyectos para mejorar la vida de la población,
Intentando formular una solución,
Para el retorno de olor de tierra mojada que había en la ciudad,
Y que hoy también es un fantasma.

En el hospicio se escucha el sonido de los platos tirados al suelo,
De los niños que se murieran de hambre,
Por no consiguieran llegar en tiempo,
A la mesa del gran salón.

Y por fin,
En los puntos alrededores de la ciudad,
Se percibe el olor de humo y el sonido típico,
Del tren fantasma, que lleva sus pasajeros,
A su destino final.

Pero todos estos fantasmas,
Mismo que sean muy activos,
Ya están muertos.
Y no pueden hacer nada más,
Que seguir "viviendo" en Guadalajara.

Los verdaderos fantasmas, que me atormentan,
Por muchas noches,
Son los fantasmas que nacieran para mí,
Mientras estaba en esta ciudad fantasma.

Lo peor de estos fantasmas tapatíos,
Es que ellos tienen una especialidad,
No pueden liberarse de su pena,
Porque nunca vivieran,
Apenas están en mi mente.

Y para exorcizarlos, y quitarlos de la oscuridad,
Lo que necesito es algo puro y claro,
Puro y claro como la verdad.